Miércoles, 6:30PM

Nunca logré decírtelo antes, pero ahora es necesario que lo sepas“.
– El ángel negro, Antonio Tabucchi.

Para sorpresa de nadie, quizás únicamente la mía, no recuerdo una vida aguantable sin ir a terapia. Llevo tanto, tanto tiempo con un espacio en el que hablo de mis sentimientos, traumas, peleas, ridiculeces, mal de amores y hasta aburrimientos, que ahora, que me han arrebatado ese momento inmaculado de la semana, no me queda otra cosa que pensar “Y bueno. ¿Ahora qué?”

Por primera vez en muchos (muchos, muchos) años ya no tomaré terapia. Por razones mi terapeuta y yo vamos a suspender las sesiones, hecho que me tomó por completa sorpresa. No voy a negar que había una parte dentro de mí (una pequeñita) que pensaba desde hace mucho que quizás lo mejor era pedir un descanso (especialmente cuando llegaba a mí la pregunta, unos minutos antes de cada sesión, “¿y qué te cuento hoy?”); pero mi extrañeza fue absoluta cuando ella, A., al final de la sesión pasada, dijo “tenemos que hablar”.

(Pero oye, siempre tenemos que hablar. ¿Qué pasa?)

Y lo más extraño de todo es que el ambiente de esos minutos finales se sintieron más como un adiós que como una pausa (¡¿tema de terapia?!). Y me dice: “¿quieres decir algo antes de colgar?”

Le doy las gracias, lloramos tantito, nada grave. Más emotivo que otra cosa. Y no sé, de repente me llegó una oleada al corazón, donde pensaba “no, espera. Ahora sí te quiero contar todo“.

¿Pero a quién engaño? Lo he contado todo. Lo he contado todo, con lujo de detalle, porque en esa terapia me dediqué a volcar el alma. Cada miércoles era de vaciarme, quedar sin nada, contar todo sin miedo y sin titubear, porque nunca he creído en la tibieza al enfrentar tus propios infiernos. Incluso los recuerdos “nuevos”, los que llegaban casi como un resplandor, cada cosa que parecía un “nuevo acontecimiento no relatado y útil al proceso psicológico“, todas esas bagatelas son raíces que salen de un solo rizoma. Cosillas que vienen del mismo Problema (así, con mayúscula), y no hay más. Tantos años, tantos recuerdos, incluso las que se sienten como emociones nuevas. Sé de dónde viene todo eso. Lo sé, maldita sea.

Pero no vengo aquí a contar eso. No vengo a narrar el origen de todo lo que habita en mí. Lo que vengo a preguntar es: ¿Y ahora qué hacer los miércoles a las 6:30pm? Cada miércoles de estos últimos años, todo era –religiosamente– darle y darle vueltas a la vida. Después de esa última sesión, de ese adiós, de repente me sentí arrojada en este mundo (diría Heidegger), sola. Sola, sola. Con herramientas que me juran y perjuran que tengo, pero no se siente así. No en este reciente arrojo. Enfrentar a la gente, enfrentar la maldad, enfrentar las heridas. Tratar de ser la que vea mis logros, sin la confirmación ajena, la deliciosa y antojadiza confirmación ajena. Este mundo, tan ruidoso, a veces tan molesto. Fui arrojada aquí, a este yermo.

Quitarme terapia no es otra cosa que arrebatarme el paliativo que hacía este mundo más aguantable. Y lo que queda ahora es que esa idea permanezca, inmutable.

Y pienso. Tomar esa hora de los miércoles y escribir. Era una hora que era para mí, ¿no? Una hora de vomitar, una hora de encontrarle un sentido al mundo. Ahora dedicar esa hora para usar esta caja con un cursor parpadeando. Tal vez no publicarlo todo, pero regresar al hábito de decir el día a día, de lo que he leído. El hábito de a veces dar una critiquilla, un pienso al aire. Una hora para hacer algo que me hace feliz.

Le debo mucho a terapia. Le debo mucho a mi terapeuta. Puedo decir, con toda la seguridad que me permite mi corazón, que me hizo la mujer que soy hoy. La que se independizó, la que es un poco más cínica (es algo bueno, créanme). La que sabe poner límites, la que sabe donde no es. La que corta de tajo cuando se debe. La que se sabe insufriblemente lista. La que se equivoca, pero siempre hay un nuevo día. Un nuevo maldito día.

Ya sé. Hace unos párrafos juraba que no tengo las herramientas. Luego presumo –orgullosita– la mujer que soy. Luego diré que todo me supera. Luego diré que todo bien. Y luego no tendré algo que decir. ¿No se trata de eso terapia?

A ver qué pasa.

¿Y ahora? No sé. ¿Qué te digo? Ahora estoy leyendo Ao No Flag. Esta viñeta (descontextualizada) resume un poco mi sentir:

    A veces sé qué hacer. A veces no. Qué vasto, fascinante y terrorífico es este solitario mar.

    (Gracias, A.).

    One thought on “Miércoles, 6:30PM

    1. En definitivo, nadie de nosotros estamos hechos para andar por la vida sin ayudar y ser ayudados por otros (el zoon politikon y todo eso). Eso de apoyar a—y apoyarnos de—otros es algo que yo sabía de palabra desde hace mucho, pero nunca lo entendí en serio hasta comenzar terapia. Por una parte, es lindo que vivimos en una época donde reconocemos que esa es otra forma de acompañamiento, independiente de lazos de familia, de pareja, de clan…

      Pero a la vez es también cierto que ese apoyo en particular no es necesariamente para siempre—igual que los otros. Visto así, creo que me hace sentido sentir este vacío, esta nada. A pesar de la parte económico-profesional, todo lo demás en terapia es igualito a una relación personal (se fija una hora, un lugar, se comparten temas, se llora, se habla…) No sé de psicología, pero me atrevo a decir que para el cerebro, es prácticamente igual a una amistad normal.

      Pero la relación tiene otros matices que—gracias, psicología contemporánea—no son iguales a una relación normal: el secreto profesional, la asistencia informada por conocimientos formales, la acotación de una hora por semana… y claro, la posibilidad de terminar por razones ad hoc.

      No tengo una conclusión o argumento final de todo esto. Solo es mi forma de decir: creo que entiendo—al menos superficialmente—el sentimiento. Quizá el verdadero resultado de la terapia será justamente ver qué sigue ahora que tienes esta otra hora, sin este apoyo en particular. ¿Un hobby? ¿Un café? ¿Literalmente estar contigo misma y aprovechar lo aprendido para acompañarte a tí misma? ¿Todas las anteriores?

      Te mando un abrazo grande, os extraño

      Like

    Leave a comment