
Desde el 2009 Rammstein no había lanzado un disco oficial, lo cual me sorprende un poco, porque juraría que sólo habían pasado un par de años desde que mi papá me regaló el ‘Liebe ist für alle da“. Pero no: ya habían pasado diez largos años (el paso del tiempo, qué sutil). Dice mi Last.fm (sí, lo sigo usando) que los he escuchado más de 900 veces en estas últimas tres semanas –seguro ya rondando las mil cuando acabe de escribir esto– y estas son algunas reflexiones que no he podido sacar de mi cabeza:
1
Soy de esas personas que, honestamente, no disfrutó del todo el ‘Liebe ist für alle da‘. No es un mal disco, pero había algo que simplemente no encajaba con lo que verdaderamente me gustaba de Rammstein: algo más industrial, eléctrico, oscuro. Le faltaba sintetizador y un poco más de violencia. Era y no era Rammstein, pensaba, porque si bien tienes letras como “Wenn ich ihre Haut verließ, der Frühling blutet in Paris” (“Cuando dejé su piel, la primavera se desangró en París”), también está ‘Pussy‘, que aunque es divertida y que fue la comidilla de todo el mundo, no me sentí movida (pero el video es otro asunto, básicamente porque siempre será bienvenido en mi agenda ver a un montón de alemanes divirtiéndose de la manera más perversa).
Pero este nuevo disco –sin nombre, al cual sólo nos referimos como “El nuevo de Rammstein“– es un regreso a sus orígenes increíble: basta escuchar los primeros segundos de sintetizador en ‘Deutschland‘, que recuerdan un poco a ‘Du riechst so gut’, una de mis canciones favoritas, de hecho. El disco empieza con una violencia que me deja perpleja, llega a un clímax alucinante con ‘Sex’ y que se va diluyendo para terminar con ‘Hallomann‘, que es un poco más tranquila, pero mantiene esa masculinidad que siempre me ha gustado en ellos.
2
Leo una reseña en el sitio de Rolling Stone (US), y me pone un poco melancólica saber de qué manera hemos perdido el arte de las buenas reseñas, donde gente se pone a escuchar sesudamente el disco para irlo deshilando, y uno lo lee religiosamente para ver en qué cosas se está de acuerdo o no, aunque siempre concediendo algunos argumentos. La crítica debería ser un análisis exhaustivo, no una imposición ni una serie de ideas falaces. Y en este caso, me decepciona lo que leo. Como editora de entretenimiento, hay cosas que de verdad no me parecen en la crítica del sitio (que acudí a él no por otra razón que el hecho de que la banda acaba de salir en la portada de la RS Alemania, por lo que esperaba algo mejor de la versión estadounidense): El autor de la reseña escribe en el subtítulo que ‘Aüslander‘ es una canción ridícula. Me da un poco de fiaca, ya que no sólo es mi canción favorita de El Nuevo de Rammstein, sino que en sí la historia que cuenta es realmente valorable: el fenómeno de viajar, ser extranjero, conocer gente, y transitar… de verdad me parece fascinante. Y si bien todo el mundo mira con ojos extraños el video –donde los integrantes de la banda van al puro estilo colonizador a “explorar” nuevas tierras, hacer lo que quieran y luego irse– no puedo evitar pensar que esto resume la historia del mundo: conquistar está en todos lados. Colonizar, bien mirado, es cualquier spring break (sin animos de banalizar). Todo es una conquista: en la política, en el amor, en el sexo, en la guerra. Todo es una conquista, todo el tiempo es alguien, diciéndole a alguien, un país diciéndole a otro país, ciao ragazza, take a chance on me.
Así, se me hace ridículo que esta persona diga que es una canción ridícula.
3
Avanzo en la lectura, y me encuentro con esta atrocidad: “Then again, nobody listens to Rammstein for the lyrics.“
¿Cómo?
([Wie?])
Este enunciado de verdad me cabrea porque con el regreso de la banda, con un disco de verdad impecable, me llegó esta curiosidad por el alemán. He pensado en clases, he retomado algunos poemas e incluso reflexioné que sería una idea fascinante leer uno de los libros de poesía de Till Lindemann. Así que hice lo más inmediato, y compré “On Still Nights“, desafortunadamente en inglés, porque soy firme creyente de que la poesía es mejor si se lee en el idioma original, aunque aquí el impedimento son los años y años y años que le dediqué al francés y no al alemán, y entonces es lo que hay. Pero ahí me tienes, leyendo poesía de un hombre que mide casi dos metros, y que justo acaba de salir en las noticias que le rompió la mandíbula a un chico por insultar a su acompañante, pero que escribe poesía. Es el tipo de masculinidad que me gusta. En fin, que leo todos los poemas y me encuentro con una joya que, de cierta manera, me suena tremendamente conocida: “What I Love”:
I do not love that I love Something
Do not like it when I Like Something
I am not pleased
when I am pleased
Yet I Know
I will regret it
A happy me is not to be
The one who loves me must agree”
Recuerdo haber leído algo similar, y efectivamente: en una traducción rápida de las letras, veo que dicho poema ahora es una canción: ‘WAS ICH LIEBE’, una de las más hermosas en el disco. ¿Por qué escribir que uno no escucha a Rammstein por sus letras, cuando el vocalista es poeta, y los demás son unos genios musicales? ¿Qué te motiva a decir semejante cosa? Especialmente cuando son alemanes, y ahí prácticamente nacen ya poetas y filósofos. Otro ejemplo, DIAMANT: “Du bist schön, wie ein Diamant / Schön anzuseh’n wie ein Diamant / Doch bitte lass mich geh’n / Welche Kraft, was für ein Schein / Wunderschön wie ein Diamant / Doch nur ein Stein” (“Eres hermosa, como un diamante / Bonita a la vista, como un diamante / Pero por favor déjame ir / Qué poder, qué brillo / Hermosa como un diamante / Pero sólo una piedra“).
Qué ridículo, pienso.
4
Ahora bien, pasemos con una buena reseña:
Rammstein punches through the bullshit, and gives us an avenue into archetypal longings and desires. And though Americans are not as fully aware of Rammstein as they should be, in much of the country the band is still respected by many a metalhead, despite the obscurity of its lyrics and messages, which are lost on so many who do not know the language, but appreciate the band’s original and unforgettable sound. Which is another way of saying: one of the most impressive achievements of Rammstein is that their music has caught on among Americans, despite the language barrier. […] But once americans are lucky enough to discover Rammstein, they are floored.
Esto lo escribió Michael A. Arnzen, el autor del prefacio del libro de poemas de Till Lindemann, autor de la novela ‘Grave Markings‘. Y cuánta razón tiene: es posible pasar la barrera del lenguaje y entender la banda a otro nivel. La música si bien es un idioma universal, también uno como fan (¿es esta la palabra que busco?) puede poner de su parte y descubrir ese mundo, especialmente ahora que basta un copiar y pegar en el Google Translator. Quizás no tengas la mejor lírica, pero ahí está: el núcleo de la idea. Repito: ¿de verdad un periodista de una revista especializada en música, se atreve a decir que uno no escucha una banda por sus letras? De verdad me ofende. Y creo que Michael está de acuerdo conmigo, al escribir esto:
“Rammstein sneaks a littleEnglish into the mix, maybe to throw Americans a bone –As in Amerika or Pussy– songs that are hilarious in the mockery of nationalistic arrogance mixed with a brash sexuality, that suggests one country, might be screwing with another.
¿Será que ‘Pussy’ o ‘Te quiero, Puta’ tienen otro contexto, que no es necesariamente el sexo por sexo, sino incluso una insinuación política? Podría ser. Regreso a lo mismo: si hablamos de poesía, hay imágenes que no son literales; quizás sólo me cuesta considerar estas canciones de esa manera. Es algo que me dejo de tarea.
5
Por otro lado, tenemos el asunto de Till Lindemann. A veces cuando me pregunto cuál es la clase de infatuación que nos causa la cultura pop, cuando nos explotan los ovarios al ver a personalidades como Keanu Reeves o Jon Hamm (en mi caso), pienso en la siguiente teoría: tan en la realidad no encontramos lo que queremos, que lo idealizamos en su máxima potencia con las personas que son inalcanzables, y que no tienen la oportunidad de defraudarnos. Keanu Reeves debe tener sus flaws, pero déjenme pensar que no, porque lo necesito. ¿Así funciona?
En mi caso, de joven me gustaba Till Lindemann, pero era una muchacha que todavía no sabía bien lo que quería, y por eso tuve relaciones porque era lo que había, pero quizás no exactamente lo que quería y necesitaba. Relaciones donde mis cosas no eran prioridad, y donde aceptaba la sobra de manojos de nervios maleados por los malos tiempos, y que no era mi problema resolverlos. Ahora mismo, con el disco en mis manos, y después de ver fotos de Till Lindemann sin cansarme en Tumblr, noto lo importante que es para mí un hombre seguro de su masculinidad, y con un porte inquebrantable. Es el vocalista de una de las bandas de industrial más importantes en Alemania, que usa abrigos de peluche, collares de pluma y vestiditos de colegiala, y jamás nadie se lo cuestiona, pero lo más importante es que no se lo cuestiona ni él mismo. Un hombre con una obsesión sucia por el sexo, y que escribe poesía. Un hombre que se muestra duro y que lleva a una firma de libros a una esclava sadomasoquista con una correa, pero que tiene sutiles dejos de cariño con los integrantes de la banda. ¿Él será toda esta idealización que tengo en mi cabeza? No podría apostarlo, no podría asegurarlo, por supuesto que debe tener sus demonios (como todos nosotros), pero por el momento, ante la falta de un hombre así en mi panorama, déjenme pensar que es así, y ya. Y todavía más importante: déjenme pensar que simplemente existe. No es como que mañana lo vaya a conocer y que se me derrumbe la idea, pero al menos no hay algo tangible cerca de mí que me indique lo contrario, a excepción de la larga lista de hombres catalogados como Decepción. Aquí está: la fantasía de hombres que no te van a hacer menos.
Y luego veo fotos de las cicatrices en el brazo de Till Lindemann, y las ideas que llegan a mi cabeza son casi de corte existencial etéreo. Cada marca, es una historia en la piel. Eros puro. Y luego recuerdo otra cosa que escribió Michael A. Arnzen sobre Rammstein y la voz de Till:
“The sound they make is as universal as any scream or howl, and Till’s vocalization of these words with all their Germanic trills and spittle, express the feelings we all share—from rage to fear to lust—at the very level of their utterance.”
6
A través del Instagram de la banda, conozco a su fotógrafo oficial, Jens Koch. Algo que amo de ser editora de entretenimiento, es observar la manera en que una banda o un artista retrata su vida, y que tiene a alguien que de hecho sabe retratar esos momentos que de otro modo se perderían en el tiempo. Y ahí tienes: el behind the scenes del video de ‘AÜSLANDER’, con Till Lindemann cargando un cuerno de elefante (falso, ¡incluso te lo dicen para que no te preocupes!), Richard oliendo una flor (con un manicure en rojo espectacular), e incluso una foto donde Till le ayuda a uno de los integrantes a regresar al escenario, y Jens toma la foto de las manos. Las manos tremendamente masculinas, ayudándose mutuamente. ¿Qué es lo que no se puede amar, en una fantasía así?
Hombres con manicure, botas industriales y el vocalista gritando “Sex! Komm zu mir / Meins ist deins und das in dir / Sex! Komm mit mir / Denn besser widerlich als wieder nicht / Wir leben nur einmal / Wir lieben das Leben”. Jens tiene una mirada espectacular, y es cuando veo: una banda talentosa, que tiene gente talentosa trabajando con ellos. Así funciona todo.
7
Ya habían pasado diez años desde el último disco. Yo tenía 21 cuando mi papá me regaló el ‘Liebe ist für alle da’. Y hay una parte de mí que se alegra de escuchar un disco tan bello ahora mismo, a los 31 años. Un álbum perfectamente trabajado, y que se topa con una Elsa definitivamente diferente a la de hace diez años. Y algo que también pienso, es cuánto aplicaron en este disco el back to basics: el sintetizador, las guitarras, las letras. Es un reminder de que no está mal volver y retomar todo eso con lo que te presentaste al mundo.
Me gusta pensar que este encuentro entre El Nuevo de Rammstein y yo –afirmo esto sin nada de ego, sino con un amor profundo por la banda– es una sincronía de evoluciones, que se han vuelto a cruzar en los momentos correctos de su existencia.
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Was Ich Liebe / Das muss auch sterben, muss sterben / Was ich liebe.