Hablando del mundo laboral… ¿hay un truco para conseguir el trabajo de tus sueños? Creo que sí…

Ilustración: Alejandro Herrerías
Amo leer esas entrevistas enormes en las revistas, que nos muestran una faceta más personal de alguna celebridad. Y sin duda una de mis favoritas, es la que le hicieron a Bryan Cranston, el actor que interpretó a Walter White en Breaking Bad, en GQ de Estados Unidos. Contexto: el actor hablaba de cómo su padre siempre salía de casa buscando trabajo, y había veces en que llegaba con algo (un proyecto, lo que sea), y otras en que llegaba con las manos vacías. Cranston, por otro lado, tuvo proyectos muy buenos, pero fue gracias a su carisma y nulo miedo a hacer cosas locas en Malcolm el de en medio, por lo que fue considerado para el papel que le cambiaría la vida por completo. Después de mucho analizar, Cranston llegó a la conclusión que algo que tuvo él, pero no su papá, fue un poco de suerte.
Sí, lo sé. Hablar de suerte puede llevar a muchos debates. Puede sonar como algo injusto, o muy azaroso, especialmente si nos han educado que lo único que necesitas para triunfar, es talento y disciplina. Sin embargo, cuando leí esa entrevista, se me quedó muy grabado ese concepto, y no dejo de darle vueltas en mi cabeza. En primera, entiendo por qué la gente piensa en la suerte como algo “etéreo” o imposible: se piensa que si eres talentosa y segura de ti misma, el trabajo de tus sueños simplemente te va a encontrar mientras estás sentada en tu sillón, en pijama, viendo Netflix. O que por azares del destino, una empresa increíble en Nueva York te mandará un mail, rogándote que vayas a trabajar con ellos, aunque ni te conozcan. Pero eso no es suerte, me atrevo a llamarlo ingenuidad.
Lo que sí creo, es que la suerte es algo que tú misma vas a construyendo, haciendo que todas las cosas en tu camino se vayan poniendo a tu favor. Suerte, significa actualizar tus conocimientos constantemente, y nutrirte con nuevas ideas (diría uno de mis videojuegos favoritos, Zelda: Breath Of The Wild: “The adventurous heart must never stop seeking knowledge”), para que siempre estés al día. También encontrar a nuevas personas que tengan los mismos intereses que tú, y quizás ver algunos proyectos juntos. Y también otro punto importante, es no ser tan humilde. Suena raro, pero innumerables veces he conocido mujeres que hacen cosas fantásticas, pero les da miedo decir lo bien que lo hacen. Tienen cierto pánico a verse “alzadas”, e incluso muchas de ellas no se creen “capaces” para pedir más. ¿O peor? No se creen “merecedoras”. Lo sé, porque durante mucho tiempo fui así. Bueno, sigo en esas, pero ahora soy consciente de eso, y trato, aunque sea en bajas dosis, de ser mi propia porrista.
¿Qué nos ha llevado a pensar de esta manera? Históricamente, las mujeres hemos tenido un halo sumiso sobre nosotras, que nos imposibilita a decir “soy buena en algo, merezco más”. Pero es hora de quitarnos eso, y comprender que trabajamos duro, podemos hacerlo, y podemos alcanzar nuestras metas… siempre saliendo de nuestra zona de confort.
Me gusta mucho la frase popular “el que no reza, Dios no lo escucha”, porque es una gran verdad: ¿quieres estudiar en el extranjero? Manda solicitudes. ¿Quieres trabajar en el lugar de tus sueños? Manda Currículum (¡y diséñalo increíble!) ¿Quieres hablar de tu salario, después de muchos años de trabajo? Analiza tus puntos a favor, prepárate, y habla. Hacer, hacer, hacer, pero con todo de tu lado.
Como editora de entretenimiento, he entrevistado a muchas celebridades. Y lo que muchas veces me responden cuando les pregunto sobre los desafíos que se han encontrado, mencionan que los más difícil, eran todas las puertas que les cerraron en la cara (a veces metafóricamente, a veces literal). Adiós audiciones, películas rechazadas, ningún proyecto futuro. ¿Pero qué pasa cuando sigues intentando? Pum: eres la portada en una revista (¡y ahí hablas sobre eso! Algo negativo que te ayudó a crecer, anyone?). Y quizás nuestro caso no es el de estar frente a los reflectores, pero nosotras también debemos enfrentarnos a los “no”, al estrés, a la frustración, y a esos días eternos donde todo parecería salir mal. Pero si sabes lo que vales y lo bien que lo haces, pues con una pizca de suerte (que tú misma has salido a buscar)… ¿quién te puede detener?
*Esta columna se publicó originalmente en la versión impresa de la revista Glamour México y Latinoamérica, en junio de 2018.