Algunas cosas sobre algo que todos odian

  1. Disclaimer: No voy a defender el cigarro. Puedo ser de muchas cosas absurdas en esta vida, pero defender algo así me parece necio.
  2. Soy una persona que bebe, que a veces se altera los sentidos. A veces como cochinadas, y que algunos domingos no hago nada. Soy una persona –a eso voy– que a veces hace cosas, y algunas de esas cosas tienen la particularidad de hacer daño. No digo “matan”, porque si nos clavamos en eso (y si se me permite ser muy intensa) el simple hecho de vivir mata; pero sí hay una diferencia entre acercarse a la muerte por el paso del tiempo y por hacerse daño. Hay una idea aquí que no exploraré el día de hoy.
  3. Un día desperté y se anuncia que en la ciudad estará prohibido fumar en todos lados prácticamente. Bares, conciertos, terrazas, donde quieras. Y está bien, supongo. La lucha por la salud, la vida, lo que quieras. Pero me parecen curiosos algunos fenómenos que surgen a partir de esto. Por ejemplo, la oportunidad de la gente no fumadora de decirle a alguien “eres un asco”. Los infinitos tweets, posts, comentarios de “me alegra que tú, y esa asquerosa bruma que te sigue, vivirán lo que siempre debieron vivir: ser repudiados”. Y no soy tonta: entiendo lo molesto que es el humo, el olor, lo entiendo todo. No vengo aquí a que me expliquen la anatomía de su odio, que me queda muy clara. Únicamente me parece curiosa esa altanería con la que la gente te señala con el dedo índice apuntando a la cara, y creen que la ley consiste, no sólo en prohibir el cigarro, sino que admitas que eres un asco.
  4. Tampoco fumo tanto. Incluso le tengo un cariño especial al cigarro. Máximo tres a la semana, o puedo pasar un mes y cacho sin abrir mi cajetilla que guardo celosamente en un cajón. A veces algo de trabajo no sale, y el cigarro frente a la compu surge. A veces fumo después de llorar (si me preguntas, el mejor de los cigarros). A veces cuando leo sale uno. En mi vida es una compañía en momentos donde quiero un impulso. Es un gusto adquirido de algo que, curiosamente, no sabe ni huele bien, pero que me atrevo a llamarle placer.
  5. Un cigarro ha sido mejor compañía que algunas personas. Pienso: personas me han hecho más daño que un cigarro (qué pretenciosa yo también).
  6. Y lo entiendo todo. Entiendo el odio al cigarro, al humo. Empecé este post diciendo que no lo voy a defender. Pero como alguien que ocasionalmente recurre al cigarro, al menos poder expresar este vínculo sin que se me señale como un asco de ser humano sería algo lindo. Pero menciono el tema, y a todos se les babea la boca por decirme de sus tías que fumaban embarazadas, de los tíos que fumaban 8 cajetillas diarias. De sus hermanos que fumaban en los kinder, los maestros que fumaban en los salones. Y de todos, se menciona: “Son un asco, son un tremendo asco”.
  7. Sí, también me tocó presenciar esas situaciones. Incluso ver a gente sufrir por esto. Pienso: oye, ya sé. Ya sé. Y no los defiendo a ellos. Sólo quería decir: a veces me gusta el sabor del cigarro. Me da un poco de placer. Gracias.
  8. De esto, veo cómo el ser adicto a algo es sinónimo de no merecer llamarse “ser humano”. La limpieza como modelo a seguir. Otra idea que no exploraré el día de hoy (este es un humilde blog, quiero enfatizar).
  9. Una vez, alguien me dijo que su papá murió de cáncer. Fumaba. “Yo lo dejé, pero a veces se me antoja”, continuó. En otra plática, me dijo: “pese a todo, me gustaría echarme un cigarrito contigo“.
  10. Cigarrillo forrado de blanco / El color de la pureza y, ¿Qué llevás en el alma? Lo negro / ¡Cuántos somos los que nos aferramos / A tus pitadas profundas y exhalamos de una vez! / (Mientras tragamos tu veneno).
  11. Pese a todo.

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