Breves Reflexiones II

IMG_1730 (1).jpg

Los lentes Miu Miu que me probé  (ver punto 6).

1. Me gusta mucho ir a yoga. Es uno de los pocos momentos en la semana donde me puedo dar el lujo de respirar. Te mueves, te estiras… es como si de verdad necesitara esa clase como para ser consciente de que en este mundo existo. Y es una sensación bonita. Es una hora y media donde todo lo de afuera de verdad no importa. Mucho influye que la clase que tomo es el viernes por la noche, entonces en realidad nadie del trabajo te molesta, pero aún así, me gusta pensar  que es un momento donde todos nos ponemos de acuerdo para respirar.

Estas últimas clases la maestra se ha soltado algunas joyas mientras hacemos ejercicio, y que me he grabado muy bien en mi cabecita. En un ejercicio, estábamos sentados en flor de loto meditando, y coincidió que estaba viviendo algunos momentos complicados en el trabajo. La meditación era conectarnos con el piso, con los pies en la tierra. Y la maestra dice: “árbol bien enraizado, ni quien pueda moverlo”, y por un segundo sentí uno de esos momentos de luz y de claridad que muchos presumen después de años de meditación. O no sé, quizás lo único que pasó es que escuché algo que necesitaba escuchar. Ser un árbol, conectarte, no disociarte. Otro día, estábamos haciendo unos ejercicios para llamar la abundancia (y mira que ya estoy dispuesta a intentarlo todo) y teníamos que estirar la mano al frente y regresarla al pecho con el puño cerrado, como si estuviéramos quitándole algo a alguien. La maestra dice “Toma eso que el universo tiene para ti. Toma lo que por derecho siempre ha sido tuyo”. Y mismo momento de claridad: tomar eso que quizás no llegó por suerte, sino porque lo has trabajado.

Ya he mencionando anteriormente que no suelo creer en las coincidencias, y estas frases llegan en momentos muy exactos. Y es el tipo de magia en la que puedo creer.

2. Acabo de correr una carrera de 10 kilómetros, cosa que me alegra un poco. Lo digo porque hace algunos años, me hubiera parecido imposible correr esa distancia, especialmente ese primer día en que corrí mi primera vuelta en los viveros de Coyoacán y que yo estaba vomitando el corazón al primer kilómetro. Supongo que es de esas veces en que te es imposible visualizar un futuro feliz, si todo lo que haces por primera vez te cuesta trabajo o  la meta se ve lejana, lejana. Los deportes son una hermosa metáfora de todo lo que hacemos día con día, y desde que empecé a correr, siempre pienso en ese día con la cara roja, pensando que jamás podría correr más de un kilómetro. Siete años después, hay una medalla de Hello Kitty colgada en mi departamento que dice lo contrario. Colgada en la pared de un departamento que también creí imposible de rentar cuando aún vivía en casa de mis papás. Departamento que tengo gracias a un trabajo que creí imposible de conseguir por escoger una carrera donde todo el mundo me decía que me moriría de hambre. Y es una carrera que me ha dado mucho más que cualquier persona en este mundo. Qué curiosa la vida, ¿no? 

3. Suspirar se siente muy bien. Es otro de esos momentos donde te acuerdas que existes, que la vida de verdad a veces se está pasando, y puedes detenerte a tomar un montón de aire y sacarlo. Los hombros descansan, el corazón se repone y sigues. Y hay tanto aire por tomar.

4. ¿Y saben qué otra cosa se siente muy bien? Llorar. Ahora me ha dado por pensar que somos un montón de ollas exprés, y que todo el tiempo nuestra campanita está sonando, anunciando que estamos a punto de explotar. Y mientras muchos optan por ser unos cretinos y patanes, otros elegimos llorar. Y todo sereno.

5. Hace unos días fue mi cumpleaños. Escribiré más adelante sobre eso, pero sólo quiero mencionar que ese día fue un fiel reflejo de los tiempos tan turbulentos que estamos viviendo. No fuimos a comer (el tradicional ritual oficinista), no pudeatender todas las llamadas ni mensajes. Estábamos en el pleno de la organización de un evento laboral, y ni ganas quedaron para organizar algo personal. Me ganaron todos los Halloween y todos los festejos de prensa, y decidí que lo mejor será disfrutar de esas fiestas, a manera de cumpleaños. La desventaja es esta sensación de imposibilidad de reunir a la gente que amo para convivir. ¿La mejor ventaja? Me puedo ir temprano de todos lados para poder dormir. Unas por otras: estos son los 32 años.

6. En un evento laboral me encontré a mi primera jefa en le editorial, hace siete años. Me gusta que siempre nos saludamos muy efusivamente y que siempre habla muy bien de mí, pese al poco tiempo que nos tocó trabajar juntas. Me presenta a una de sus colegas como Elsita. “Bueno, Elsa, pero para mí siempre será Elsita”. Nos reímos. Se me hace un detalle adorable. Otra cosa que dice: “Elsa trabajó conmigo. Yo la contraté, y es la fiel prueba de que yo sé ver el talento“. ¿Otra cosa que necesitaba escuchar? En terapia hemos visto una y otra vez que no debería necesitar el reconocimiento externo… pero se siente TAN bien. Me dejo ir con el comentario. Al despedirnos, me dice: “¿No te parece que antes todo era más lento y tranquilo?” Y nos quedamos viendo. Luego ella atiende a todos los invitados, mientras que yo tengo que regresar al trabajo a seguir salvando el mundo (o eso parece), no sin antes tomarme una foto con unos lentes Miu Miu de los que me enamoré.
Sí, todo era más lento, más seguro. Pero no mejor. Quiero pensar que “lo mejor” es algo que le pertenece al futuro.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s